El Parque Natural Bahía de Cádiz es un espacio lleno de oportunidades para quienes, como los peces costeros, las aves acuáticas o los seres humanos, han sabido sacar el mejor provecho de las condiciones adversas, convirtiéndolas en auténticas ventajas. Sólo han necesitado una buena estrategia.
El bloque Estrategias te mostrará cómo los seres humanos, las aves acuáticas y los peces costeros han sabido sacar el máximo partido a la marisma.
Cocina Salina
La espátula común es un ave acuática migradora, que pasa los inviernos en África y los veranos en Europa. Se alimenta en zonas de marismas y lagunas poco profundas, agitando su pico a un lado y otro sobre el fango. Aunque antiguamente era muy común en Europa, en la actualidad se encuentra amenazada. El Parque Natural Bahía de Cádiz alberga una de las escasas colonias reproductoras presentes en Andalucía.
El ser humano comprobó desde épocas tempranas que la marisma no era un fértil valle donde plantar lechugas. Las salinas fueron la mejor estrategia para hacer de las condiciones desfavorables de este medio las mayores aliadas para producir sal.
La salinidad del agua de mar hizo imposible la agricultura en la marisma. Sin embargo, el agua de mar es una fuente inagotable de sal que el ser humano ha sabido aprovechar.
La inestabilidad del fango de la marisma dificultó el asentamiento humano y la construcción de vías de comunicación a lo largo de la Historia. Sin embargo, la plasticidad del fango permite modelar con facilidad el complejo circuito de las salinas.
La permanente y amplia oscilación de la marea en la Bahía de Cádiz dificultó el uso de los espacios intermareales. Sin embargo, la marea es el sistema de bombeo natural para introducir agua en la salina.
En la Bahía de Cádiz el clima es seco, con mucho sol y escasas lluvias, lo que dificulta actividades como la agricultura. Sin embargo, las más de 3000 horas de sol anuales son una fuente de energía inmejorable para evaporar agua de mar y obtener sal.
Los intensos y frecuentes vientos que azotan esta costa han sido tradicionalmente un impedimento para las actividades humanas. Sin embargo, el fuerte y seco viento de levante acelera la evaporación de agua en la salina y mejora la producción de sal.
Una salina es un circuito cerrado de canales especialmente diseñado para favorecer la evaporación del agua y hacer cristalizar la sal.
El caño de marea alimenta de agua la salina al subir la marea.
La vuelta de afuera es un muro de fango y piedras que aísla la salina de la influencia de la marea.
La compuerta de marea controla la entrada y salida de agua en la salina desde el caño.
El estero es la laguna extensa y poco profunda donde se almacena el agua que se empleará en la salina.
Los largaderos son pequeñas compuertas que conectan los distintas compartimentos de la salina.
Los lucios, vueltas de retenida y vueltas de periquillo son los evaporadores en los que consecutivamente el agua aumenta su concentración en sal. Sus canales sinuosos, estrechos y poco profundos favorecen la evaporación del agua.
La tajería es el conjunto de balsas en las que cristaliza la sal. Están orientadas en la dirección este-oeste, que es la de los vientos dominantes. Para facilitar la recolección manual, cada balsa está dividida en cuadrados llamados tajos.
El salero es el lugar donde se acumula la sal obtenida antes de su transporte.
La Ley del caño
Muchos peces costeros se crían en los caños de la marisma, donde encuentran abundante alimento y refugio. Aunque nacen en mar abierto, cuando alcanzan uno o dos centímetros de talla, penetran en los caños.
Mientras son jóvenes, soportan bien la salinidad y temperatura y la escasez de oxígeno del agua de los caños. Esto les protege de peces depredadores, que no pueden tolerarlas. Al hacerse adultos, se vuelven también más exigentes y regresan a mar abierto, donde pasan el resto de su vida.
Tan solo tres especies de peces, el perrillo, el pejerrey y la piraña, pasan toda su vida en los caños de la marisma.
Los dibujos que aparecen en la mesa son algunas de las especies más habituales en los caños y esteros del Parque Natural. Estos dibujos que te mostramos en la guía multimedia son esos mismos peces cuando eran muy jóvenes. ¿Sabrías decir en qué pez se convertirá cada uno cuando crezca? Pulsa sobre cada uno de ellos para comprobarlo.
Pero no todo son ventajas para los pezqueñines. Muchos de ellos penetran en los esteros de las salinas y quedan atrapados cuando las compuertas se cierran. Allí, las condiciones de vida se hacen más duras. Tan sólo una docena de especies son capaces de sobrevivir.
Algunas de estas especies tienen interés comercial. Por ello, el estero ha sido aprovechado tradicionalmente para el cultivo de peces, como complemento a la producción de sal.
En los caños del Parque Natural están presentes juveniles de al menos 48 especies de peces y gran parte de ellas tienen interés pesquero. Conservar la marisma es la mejor estrategia para garantizar que podamos pescar en el futuro.
No pasarán
En el siglo XVIII, la Bahía de Cádiz constituyó un importante emporio comercial y un estratégico enclave militar. El comercio con América y las ideas ilustradas hicieron de Cádiz uno de los lugares más florecientes y codiciados de Europa, que hubo que defender de ataques piratas y de países enemigos.
La peculiar configuración geográfica de la Bahía de Cádiz requirió una estrategia defensiva también peculiar. Ésta se basó en hacer de Cádiz una ciudad fortaleza y en la defensa de los puntos estratégicos de acceso por tierra y mar. Se construyeron así fuertes, castillos, baluartes y baterías, hoy localizados en gran parte dentro del Parque Natural.
El acorazado Cádiz
El puente Zuazo era en el siglo XIX la única comunicación por tierra de San Fernando y Cádiz y lugar de paso obligado de las mercancías con destino al puerto de Cádiz. Tenía por tanto una gran importancia estratégica. Por ello, ya a fines del siglo XVI, se decidió su fortificación, de la que se conservan los baluartes que defienden sus flancos. Las tropas napoleónicas, que ocuparon España entre 1808 y 1814, nunca consiguieron cruzar el puente Zuazo. San Fernando y Cádiz resistieron así un asedio de dos años y medio. En ellas se constituyeron las Cortes nacionales y se elaboró la primera Constitución Española en 1812.
El Fuerte de San Luis
El Fuerte de San Luis, situado en la Isla del Trocadero, defendía la entrada a los caños del Trocadero y la Carraca, donde se reparaban los buques de la Armada. En 1823, cuando el ejército francés volvió a invadir España, las Cortes se refugiaron de nuevo en Cádiz, tomando a Fernando VII como rehén. El ejército francés, conocido como los Cien mil hijos de San Luis, consiguió tomar el fuerte durante la Batalla del Trocadero, que supuso la rendición de Cádiz. Así se puso fin a la Constitución de 1812 y, con la restauración de la monarquía borbónica, dio comienzo uno de los periodos más oscuros y represivos de la historia española.
El Castillo de Sancti-Petri
El Castillo de Sancti-Petri, situado en la isla del mismo nombre, y la batería de Urrutia, situada frente aquél, defendían la entrada marítima al caño de Sancti-Petri, que da acceso a San Fernando y al Arsenal de La Carraca. Por ello, durante el asedio francés de 1810 a 1812 y más tarde durante el segundo bloqueo de 1823, el castillo fue duramente bombardeado.
Hogar, salado hogar
El Parque Natural Bahía de Cádiz ofrece a las aves acuáticas miles de hectáreas de salinas seguras, tranquilas y con abundante alimento. El lugar perfecto para arrullar a los pollos recién nacidos.
Las aves acuáticas que crían en las salinas de la Bahía colocan sus nidos en el suelo, utilizando los muros, diques, isletas y pequeñas playas que encuentran en los estanques de las salinas. Pero cada especie utiliza una estrategia diferente. Pulsa para conocer algunas de ellas.
Algunas aves, como las cigüeñuelas, anidan incluso en los lugares aparentemente más degradados y arriesgados. Las aves acuáticas son capaces de camuflar sus huevos, dándoles un color similar al fondo donde los ponen. Las gaviotas patiamarillas defienden sus nidos y pollos a grito pelado, sobrevolando e incluso defecando a todo el que se acerque. Avocetas, charrancitos y chorlitejos patinegros suelen compartir las isletas de los esteros para anidar. Pero cada especie utiliza una estrategia diferente.
La avoceta construye su nido en zonas despejadas utilizando vegetación seca. Se arranca por bulerías si se acerca cualquier intruso. El charrancito escarba su nido en el terreno y lo decora con pequeñas piedras. A la menor señal de peligro, sale nervioso del nido. El chorlitejo patinegro aprovecha como nido algún pequeño hoyo del suelo, o incluso la rodada de un vehículo. Esta habituado a convivir con humanos.