El Parque Natural Bahía de Cádiz es un espacio extremo, que pone permanentemente la vida a prueba. Sus habitantes han debido adaptarse al sol y a la sal, al inestable fango y a la incansable marea para hacer de él su hogar. Aunque, como era de esperar, no muchos lo han conseguido.
En el bloque Adaptaciones descubrirás cómo se han adaptado los habitantes del Parque Natural a las difíciles condiciones de la marisma.
Hasta mediados del siglo XX, las salinas estaban habitadas permanentemente por los capataces y sus familias y, durante la época de producción, también por los trabajadores. Alrededor de las salinas surgió así un modo de vida y una singular cultura, la cultura de la sal, que inspiró en muchos lugareños una peculiar manera de entender la relación del ser humano con el medio. Algunos pueden recordar aún cómo fue su infancia en las salinas, tan diferente, a pesar de su proximidad, a la de los niños de las ciudades del entorno.
Restaurante Bahía
Charrancito
El charrancito es especialista en caer en picado sobre los pequeños peces de los que se alimenta. Pero ésta no es la única ave que pesca en los caños y esteros del Parque Natural.
Águila Pescadora
El águila pescadora se alimenta de peces que atrapa con las garras, lanzándose en vuelo sobre ellos. Es frecuente verla posada en estacas y postes junto a los esteros de la Bahía.
Garza Real
La garza real se queda quieta sobre el agua para sorprender a los peces de un picotazo. El cormorán se sumerge para atraparlos y es capaz de perseguir a los peces buceando.
Chortilejo Patinegro
El chorlitejo patinegro se alimenta con la vista. Con su pequeño pico y sus cortas patas, corretea por el fango al acecho de los pequeños animalitos que se mueven por su superficie. También se alimentan de esa forma otros chorlitejos y chorlitos.
La Aguja Colinegra
La aguja colinegra tiene un gusto delicado. Con un pico muy sensible, es capaz de seleccionar escarbando en el fango los invertebrados que más le gustan. Al igual que ella, otras muchas especies de aves limícolas se alimentan de bichos del fango, pero cada una se sitúa a una profundidad diferente según la longitud de sus patas y picos.
Flamenco Rosa
Al flamenco rosa le gusta la sopa con tropezones. Con su fabuloso pico filtra los pequeños crustáceos que flotan en el agua y en la superficie del fango.
Su largo cuello les permite meter la cabeza en el agua del revés y cargar su curvado pico con agua y fango. Con su potente lengua expulsan el agua y el fango del pico mientras los invertebrados que había en ellos son retenidos por unas laminillas en forma de peine situados en el borde del pico y la lengua.
La vida en una isla
El correlimos es una de las aves limícolas más abundantes en el Parque Natural. Es un ave migradora y la podrás observar en la Bahía de Cádiz en primavera, época en la que viaja hacia el norte de Europa para pasar el verano y reproducirse, y en otoño, cuando se desplaza hacia África a pasar el invierno. Aunque algunos correlimos prefieren quedarse más tiempo en el Parque Natural.
El agua y el fango han dominado siempre la Bahía de Cádiz. Desde los primeros tiempos, los seres humanos debieron adaptarse a esta peculiar geografía. Restringieron sus asentamientos a unas pocas islas de roca o a la tierra firme situada frente a ellas. Así surgieron Cádiz y San Fernando como ciudades isla y El Puerto de Santa María, Puerto Real y Chiclana al borde mismo de la marisma.
Vivir en una isla conllevó tener que aprovechar bien el espacio, configurando una trama urbana densa y compacta. Hoy, el 70% de la población de la Bahía de Cádiz vive en sus dos ciudades isla, Cádiz y San Fernando, que suponen tan sólo el 25% de la superficie urbana.
Mira a través de la lupa para conocer cómo se vive en las ciudades de la Bahía de Cádiz.
Durante el periodo de apogeo de la producción de sal, principalmente a lo largo del siglo XIX, surgió la necesidad de vivir en las salinas. A pesar de la cercanía de los núcleos urbanos, desplazarse por la marisma era difícil y la salina requería ser atendida a cualquier hora. El capataz de la salina y su familia debían por ello vivir en la propia salina. Surgieron así las casas salineras y, con ellas, un modo de vida.
La casa salinera se adaptaba con maestría a las condiciones ambientales de las salinas. Muchos rasgos muestran su eficaz adaptación al medio marismeño. La casa se orientaba adecuadamente frente a los temporales invernales. Gruesos muros y contrafuertes la defendían de los intensos vientos y la inestabilidad del terreno. Muros encalados y ventanas pequeñas eran protecciones frente a la fuerte insolación. Un prodigioso sistema de captación de agua de lluvia aseguraba poder disponer de agua dulce en un medio altamente salino.
Las casas salineras de la Bahía de Cádiz, aunque diferentes entre sí, presentaban importantes elementos en común, derivados de la vida en la salina. Descúbrelos.
Vivir en un mar de fango. Las casas salineras de la Bahía de Cádiz, aunque diferentes entre sí, presentaban importantes elementos en común, derivados de la vida en la salina
Reflejo de un modo de vida
Zona doméstica
En la casa salinera vivía el capataz y su familia. Éste no tenía un horario fijo, pues su trabajo dependía de las mareas.
Corral
Las aves de corral y algún cerdo o vaca aportaban, junto a un pequeño huerto y al pescado del estero, los recursos alimentarios.
Aljibe
Un prodigioso sistema para recoger agua de lluvia y el aljibe para almacenarla aseguraban disponer de agua dulce.
Salón para trabajadores
El trabajo de sol a sol obligaba a los obreros a residir en la salina durante la época de producción.
Cuadra
Mulos o asnos efectuaban el transporte de la sal. El pajar se situaba en alto, para evitar la humedad de la marisma.
Odisea en el microcosmo
En el Parque Natural Bahía de Cádiz existen también pequeños mundos, que escapan por lo general a nuestra visión, habitados por curiosos organismos adaptados a las condiciones más extremas. Asómate y descúbrelos.
Los evaporadores y cristalizadores de las salinas forman un pequeño mundo salino, dominado por agua muy salada y caliente y cristales de sal. En este aparentemente inhabitable lugar viven, sin embargo, algunas bacterias, algas microscópicas, pequeños crustáceos y larvas de mosquito, capaces de soportar esas condiciones extremas.
Las bacterias y algas microscópicas del Planeta Sal poseen pigmentos rojos que les permiten aprovechar la energía del sol y que dan al agua de las salinas su color rojizo característico. Estos pigmentos irán pasando por los diferentes organismos de la cadena alimenticia de la salina. El pequeño crustáceo Artemia salina y las larvas de mosquito se alimentan las bacterias y algas microscópicas y adquieren el color rojo de sus pigmentos. Estos pequeños invertebrados son a su vez el principal alimento de los flamencos, que deben a ello el color rosado de su plumaje.
Además, los pigmentos rojos de los habitantes de las salinas favorecen la cristalización de la sal al potenciar la evaporación del agua.
En antiguas zonas de marisma que quedaron aisladas del agua de mar, se forman con la lluvia lagunas temporales. Son los únicos ambientes de agua dulce del Parque Natural. Estas lagunas solo se inundan unos meses al año, durante la época de lluvias, e incluso pueden permanecer secas durante años. Son por ello ambientes muy cambiantes y complicados para la vida.
Sin embargo, en estas lagunas temporales son capaces de sobrevivir unos primitivos crustáceos, llamados branquiópodos. Estos pueden permanecer inactivos en el fango seco durante largos periodos de sequía y revivir cuando el agua de lluvia vuelve a inundar el terreno.
Estos organismos son auténticos fósiles vivientes. Son considerados las especies animales más antiguas actualmente vivas, pues no han variado desde hace 200 millones de años, mucho antes de la existencia de las primeras aves o los primeros mamíferos. Su forma de vida actual nos da una idea de las condiciones ambientales imperantes en el planeta hace millones de años.
Sobre los fangos intermareales, bacterias y algas filamentosas se entrelazan con el sedimento formando una enmarañada alfombra de unos pocos milímetros de espesor. Estos tapetes microbianos soportan salinidades muy variadas, por lo que pueden encontrarse desde las primeras fases de la salina hasta en los mismos cristalizadores.
Este tipo de comunidades vivas, debido a su estructura física, son capaces de soportar fuertes perturbaciones ambientales, tales como un vertido de petróleo. Por ello, están siendo investigados como método de recuperación de zonas litorales contaminadas.
Duelo al sol
Como en una historia del lejano oeste, las plantas que colonizaron la marisma debieron enfrentarse al más duro territorio. Muy pocas consiguieron vencer la elevada insolación, la inundación por la marea, el exceso de sal y la falta de oxígeno en el suelo. Tan solo unas pocas plantas han desarrollado adaptaciones para poder vivir en ella y han plantado cara al sol, la sal y la marea. No es país para blandengues.
El salado acumula el exceso de sal que incorpora del agua en las hojas y la elimina con la caída de éstas.
La sapina acumula agua en tallos y hojas y sintetiza pigmentos rojos, llamados carotenoides, que la protegen de la alta radiación solar.
La espartina desarrolla sus raíces en la superficie del fango para absorber oxígeno más fácilmente.
En la marisma, las distintas especies de plantas se sitúan en bandas según el tiempo que soportan la inundación por la marea. La maqueta y el audiovisual interactivo te muestran la vegetación de las diferentes zonas.
El Parque Natural Bahía de Cádiz es un espacio lleno de oportunidades para quienes, como los peces costeros, las aves acuáticas o los seres humanos, han sabido sacar el mejor provecho de las condiciones adversas, convirtiéndolas en auténticas ventajas. Sólo han necesitado una buena estrategia.
El bloque Estrategias te mostrará cómo los seres humanos, las aves acuáticas y los peces costeros han sabido sacar el máximo partido a la marisma.